Espejismo indirecto
La transformación de las TI se viene observando desde hace muchas décadas. Aplicaciones, arquitecturas y procesos sufren una metamorfosis continua.
Muchas cosas están mejorando, pero en el ámbito de las licencias de software, casi todos los fabricantes de TI no han hecho los deberes. El uso singular de algoritmos en una relación de uno a uno -aquí el PC, allí el humano- es relativamente fácil de mapear y está suficientemente bien organizado a través de servidores de activación e Internet, tanto para los proveedores como para los usuarios.
Ya sea Microsoft Office 365 o Adobe Suite, la relación calidad-precio, la técnica de activación y la gestión de licencias son lógicas y en gran medida justas.
Los proveedores de software parecen estar completamente desbordados en escenarios complejos cuando la relación humano-PC se disuelve por una red de servidores locales, bots, computación en la nube, sensores IoT y usuarios.
Cuando el flujo de datos se vuelve multidimensional y la fuente de datos no está claramente definida, fallan muchas normas y reglamentos de licencia conocidos. Algunos fabricantes han optado por la salida del "uso indirecto". Esta norma no sólo es fácil de aplicar, sino que además inyecta mucho dinero en las arcas de los proveedores informáticos.
El argumento es sencillo: si un programa accede a los datos de otro -es decir, si dos programas interactúan entre sí-, el productor de un programa dice que el otro software nos está utilizando, por lo que hay que pagar licencias por "uso indirecto".
Pero el "uso indirecto" es un espejismo. El deseo de SAP de obtener aún más ingresos por licencias es el padre del "uso indirecto". Técnicamente, la interacción de los programas de usuario es una interoperabilidad que está precisamente regulada en la Directiva de Software de la UE.
La comunicación con otros programas es, por tanto, la propia función y tarea de todo software. Si SAP intenta cobrar por una función fundamental de los algoritmos -independientemente de cómo se argumente esto desde el punto de vista técnico, económico u organizativo-, entonces todo sistema informático se conduce a sí mismo ad absurdum.
El "uso indirecto" no puede existir. Este término es un espejismo destinado a engañar al cliente SAP existente y tras el cual SAP espera generar elevados ingresos por licencias para sí misma.
Con promesas y amenazas, SAP ha creado un castillo de cuento de hadas que parece tan deseable como amenazador desde lejos. Al acercarse, el sueño se hace añicos como cualquier otro espejismo. Lo que queda es un desastre, porque de ninguna manera se puede argumentar con lógica el "uso indirecto".