La seguridad informática nos afecta a todos
Optimización de procesos, ahorro de tiempo y apertura de nuevas áreas de negocio: El formulario de solicitud suena prometedor y estas son solo algunas de las razones por las que muchos líderes empresariales optan por implantar la IA y otras innovaciones técnicas.
Sin embargo, con la creciente dinámica tecnológica, cada vez más personas entran en contacto con las tecnologías sin tener los conocimientos necesarios. Esto aumenta inevitablemente el riesgo de errores individuales.
Al mismo tiempo, el número de programas maliciosos en circulación aumenta rápidamente. La Oficina Federal de Seguridad de la Información (BSI) habló recientemente de 800 millones de programas conocidos. Según esta autoridad, actualmente se producen 390.000 ataques de estas aplicaciones, al día.
El hacker solitario ha tenido su día
Esta amenaza en constante crecimiento es el resultado de la creciente profesionalización de la escena cibercriminal. No solo se atacan vulnerabilidades bien conocidas, sino a menudo las que permanecen latentes en tecnologías con las que las empresas tienen poca experiencia, como la IA.
Esto hace que a las empresas les resulte cada vez más difícil protegerse a sí mismas y a sus "colegas de la IA" de los ataques. A menudo, ni siquiera registran los ataques o solo cuando ya es demasiado tarde.
Si, por ejemplo, los atacantes cifran los datos importantes y, en el peor de los casos, también sus copias de seguridad tras superar las puertas de seguridad, las empresas se quedan fuera de su propio sistema.
Especialmente las empresas de nueva creación y las más pequeñas, que no tienen ni los conocimientos ni los medios financieros para mantener su propio departamento de seguridad informática, a menudo se ven abocadas al intento de recomprar la clave al pirata informático a cambio de Bitcoins.
Es lógico que renunciar a las nuevas tecnologías no pueda ser una solución. Pues son precisamente estas innovaciones las que constituyen la base de cualquier éxito futuro.
¿Qué hacer? Las empresas deben aprender a desarrollar capacidades de protección y respuesta adecuadas. Para ello, deben anclar la seguridad de la información como parte integrante de la estrategia corporativa y establecer medidas orientadas al riesgo en los procesos empresariales. Estas medidas deben gestionarse y controlarse a largo plazo.
Para las empresas jóvenes, la adaptación de nuevos métodos y herramientas suele ser relativamente fácil debido a su complejidad aún manejable. En este caso, los recursos, por lo general muy escasos, son el factor limitante.
En el caso de las empresas establecidas, hay que tener en cuenta el número significativamente mayor de dependencias en las estructuras, procesos y sistemas que a menudo han crecido a lo largo de muchos años. Las empresas en cualquier fase de madurez deben recurrir a los conocimientos de expertos a la hora de establecer su sistema de seguridad.
No es infrecuente que los errores de fabricación en este punto causen en el proceso operativo daños similares a los de un ataque con éxito desde el exterior.
La seguridad informática también es un asunto privado
Las tecnologías digitales también están omnipresentes en la esfera privada. En el salón, hablamos con Alexa. En la carretera, estamos permanentemente en línea con nuestros teléfonos inteligentes y la mayoría de los coches nuevos llegan a la puerta de casa totalmente conectados a la red.
Pronto incluso conducirán de forma autónoma con ayuda de la IA. Esto no está exento de riesgos: cuanto más complejos se vuelven los sistemas, mayor es la probabilidad de que se cuelen errores y lagunas.
Durante mucho tiempo, los coches alemanes fueron considerados los vehículos más seguros del mercado. Sin embargo, para seguir justificando esta imagen hoy y en el futuro, los coches deben ser capaces de hacer algo más que garantizar la integridad física de sus ocupantes.
También tienen que proteger diversa información. Por ejemplo, si el compañero de IA debe tomar el volante en caso de peligro. De lo contrario, la manipulación podría convertirse rápidamente en una amenaza para la vida.