Entre el shell script y el autoengaño


¿Qué es realmente la automatización? La idea básica de la automatización es sencilla: las tareas o procesos se diseñan de forma que no se requiera la intervención humana y, al mismo tiempo, sean más precisos, rápidos y sin errores. En la práctica, esto significa que scripts, flujos de trabajo, herramientas o bots se encargan de actividades definidas, como desplegar software, proporcionar recursos en la nube o enviar facturas.
Es importante señalar que la automatización no es una tecnología, sino una forma de pensar. Puede hacerse manualmente mediante shell scripts, herramientas visuales de flujo de trabajo o automatización robótica de procesos (RPA), en la que un bot maneja interfaces de usuario. El tan citado término "hiperautomatización" en última instancia sólo significa: automatizar todo lo automatizable. Otra cuestión es si esto siempre tiene sentido.
Cuando la automatización es realmente útil
Las ventajas son indiscutibles si la automatización se utiliza correctamente. Reduce los errores humanos en tareas rutinarias, acelera los flujos de trabajo, permite procesos escalables y pone orden en los entornos informáticos. En los entornos DevOps modernos, la integración y entrega continuas son impensables sin la automatización. También se ha vuelto indispensable en la gestión de infraestructuras, por ejemplo al aprovisionar servidores. La estandarización es una ventaja que a menudo se pasa por alto: los procesos automatizados se ejecutan siempre de la misma manera, son idealmente autodocumentados y fiables. Esto es especialmente beneficioso en áreas críticas para la seguridad.
Límites de la automatización
No obstante, se recomienda precaución, porque la automatización lo escala todo, incluidos los errores. Un despliegue mal configurado se ejecuta de forma fiable en un proceso automatizado... y sale mal. Y si se automatizan procesos malos, no se consiguen procesos mejores: se consiguen procesos mal automatizados. Un error común es creer que la automatización ahorra costes per se. De hecho, el desembolso inicial es elevado. Hay que entender, replantearse, modelizar y probar los procesos.
El mantenimiento de los sistemas automatizados es más complejo de lo que sugieren muchos libros blancos. Si no se piensa a largo plazo, se crea un nuevo tipo de deuda técnica. Tampoco toda automatización es éticamente correcta. Hoy en día, las decisiones sobre las personas -por ejemplo, en los procesos de solicitud o al conceder préstamos- a veces se toman automáticamente.
Pero, ¿qué ocurre cuando el algoritmo discrimina? ¿Cuando la causa y el efecto ya no pueden rastrearse? La automatización también necesita sentido de la responsabilidad. Otro error es equiparar automatización y autonomía. Un script que hace una copia de seguridad los domingos está automatizado. Un sistema que reconoce cuándo es necesaria una copia de seguridad actúa de forma autónoma, y eso es un nivel de complejidad completamente distinto.
Automatización frente a autonomía
Estos términos están actualmente difuminados en la niebla de marketing que rodea a la inteligencia artificial. Sin embargo, la autonomía requiere comprensión contextual, capacidad de aprendizaje y conocimiento de la situación, capacidades que las máquinas solo poseen de forma muy limitada.
El ser humano sigue siendo decisivo
A pesar de todos los avances, la automatización necesita personas que la diseñen, la mantengan y la controlen. La automatización quita trabajo, pero sólo si lo hemos definido. Sin un conocimiento profundo de los procesos subyacentes, la automatización se convierte en una caja negra. Por tanto, no todo lo que puede automatizarse debe automatizarse. Y no todas las decisiones humanas pueden sustituirse por reglas o datos.
Continúe con la entrada del socio:






