Así evitamos convertirnos en superfluos


Según Doris Albiez, se está pasando por alto el hecho de que la digitalización también afecta masivamente a los empleos altamente cualificados. Por tanto, es necesario pensar de forma "disruptiva" a todos los niveles y emprender una reevaluación general del empleo remunerado.
El tema de la digitalización está muy presente en el mundo de la informática desde hace varios años. Desde hace algún tiempo se debate cada vez más sobre el impacto de la digitalización en el mundo laboral.
Numerosos estudios han puesto de relieve que el avance de la automatización, la interconexión integral y el uso de la inteligencia artificial (IA) están dejando obsoletos numerosos puestos de trabajo y perfiles laborales enteros.
A veces se habla de que entre el 40% y el 60% de todos los empleados podrían perder su empleo. Un reciente estudio de McKinsey llegó a la conclusión de que "la mitad de todas las horas de trabajo podrían perderse por la automatización" en 2055, y casi una cuarta parte en 2030.
Al mismo tiempo, la digitalización crea nuevos puestos de trabajo. En el mundo de las TI, en particular, existe una confianza generalizada en que ambas evoluciones se equilibrarán más o menos.
A menudo se hace referencia a la introducción del PC en la década de 1980, cuando muchos puestos de trabajo se quedaron sin empleo, pero al mismo tiempo toda una nueva rama de la industria creó un gran número de nuevas profesiones, como desarrolladores de software, administradores de sistemas o consultores informáticos; al final había incluso más puestos de trabajo que antes.
"Esta analogía con los años 80 es conveniente, pero muy peligrosa"
advierte Albiez, Vicepresidente Senior y Director General de Dell EMC Alemania.
"No podemos limitarnos a suponer que la historia tecnológica se repetirá. Y eso en la digitalización de todas las cosas, que estamos convencidos de que será disruptiva como nunca antes.
Las transformaciones tecnológicas anteriores siempre han afectado a los procesos laborales sencillos. Por tanto, fueron sobre todo los empleos que sólo requerían escasa cualificación los que cayeron víctimas del progreso tecnológico.
La digitalización es diferente: por primera vez, la revolución afecta también a empleos exigentes y altamente cualificados. Esto es algo completamente nuevo y representa una enorme disrupción social".
Albiez señala que los sistemas inteligentes ya están asumiendo al menos parte del trabajo de banqueros, agentes de seguros, médicos y abogados; un desarrollo que aumentará significativamente a medida que el software de IA se generalice.
Todos los sectores y todos los niveles se ven afectados, incluidos los directivos, porque la reducción de las plantillas también requiere menos directivos.
"Digitalización e inteligencia artificial en particular"
Albiez continúa,
"está poniendo en cuestión cualificaciones que hasta hace poco se habrían considerado completamente impensables. La automatización no se detiene en los llamados trabajadores del conocimiento, ni siquiera en los propios especialistas en digitalización."
Replantearse la sociedad del trabajo remunerado
Según Albiez, la digitalización exige también un replanteamiento en otros ámbitos:
"Hoy en día disponemos de una gran cantidad de tecnologías fascinantes y debemos encontrar la manera de afrontar los retos del mundo laboral.
No debemos limitarnos a pensar únicamente en la tecnología cuando se trata de disrupción, sino que también debemos pensar fundamentalmente en la conexión entre los procesos de trabajo, los ingresos y los medios de vida. El pensamiento disruptivo significa que también tenemos que reinventar el empleo y el mercado laboral."
Por tanto, los escenarios de terror sobre el futuro del trabajo no son apropiados, siempre y cuando demos forma activa al tema y no nos limitemos a esperar que la historia se repita.
"Hoy en día ya están surgiendo nuevas formas de empresa y trabajo, como la economía compartida y el co-working"
explica Albiez.
"No dejo de darme cuenta de que los jóvenes de la Generación Y, en particular, tienen una nueva relación con el trabajo. A menudo se centran en valores como la sostenibilidad, un entorno social intacto, la autorrealización y, lo más importante, la sensación de hacer algo significativo.
A menudo, la disrupción ya es una realidad en este ámbito; el "pupitre para toda la vida" ya no es un modelo para el futuro. Tenemos que promover intensamente estos conceptos, tanto en las empresas como en la sociedad en su conjunto. Necesitamos más disrupción, no menos. Y la necesitamos a todos los niveles".