¿Bendición o maldición?
El trabajo híbrido y remoto ha multiplicado el impacto de los entornos informáticos distribuidos y complejos. Ejecutar cargas de trabajo y aplicaciones tanto en la nube como en la infraestructura local puede ser un reto que desafía cada vez más o incluso dificulta las operaciones de muchas organizaciones. Por lo tanto, las organizaciones deben reconocer la necesidad de invertir en herramientas que puedan garantizar la coherencia de las políticas y el rendimiento en todas las plataformas y usuarios finales. Al mismo tiempo, los presupuestos ajustados, la falta de tiempo o las dificultades de implementación de la observabilidad impiden a muchas empresas seguir el ritmo de la realidad de la TI híbrida.
El informe "SolarWinds IT Trends Report 2022 - Getting IT Right: Managing Hybrid IT Complexity" de este año examina el auge de la transformación digital y su impacto en los departamentos de TI. Entre otras cosas, el informe revela que los profesionales de la tecnología confían menos en las capacidades de gestión de TI de su organización. Aunque más de un tercio (38%) de los profesionales de tecnología encuestados afirmaron que utilizan estrategias de supervisión para gestionar esta complejidad, el 58% citó una falta de visibilidad en la mayoría de las aplicaciones e infraestructuras de su organización.
Nueva complejidad
Carecen de esta visibilidad cuando se trata de la detección de anomalías, el análisis de la causa raíz y otros procesos clave para garantizar la disponibilidad, el rendimiento y la seguridad de las aplicaciones de misión crítica. Casi un tercio (30%) de los profesionales tecnológicos encuestados también confirmaron que el auge de la TI híbrida ha añadido complejidad a la gestión de TI de su organización. Estos profesionales citaron las siguientes razones principales para el aumento de la complejidad: nuevas herramientas y/o tecnologías; conocimientos/habilidades obsoletos del personal que no se adaptan a las nuevas tecnologías; aumento de las demandas tecnológicas de múltiples departamentos; y falta de herramientas adecuadas para gestionar la complejidad.
A la pregunta de hasta qué punto están seguros de que su organización puede gestionar bien la complejidad, casi una cuarta parte (23%) respondió que muy seguros y el 41% que seguros. Menos de un tercio (30 por ciento) dijeron que no estaban totalmente equipados para hacer frente a la complejidad y que sólo tenían algo de confianza. Otro 3% no se sentía nada seguro. Una comparación por tamaño de empresa muestra que las pequeñas empresas tienen más confianza: Casi un tercio de las pequeñas empresas respondieron con mucha confianza, frente al 15 por ciento de las grandes.